Por un cronista que aún se emociona con el olor de una salteña recién horneada.
🌷 Mayo siempre llega con flores… pero también con abrazos. Con mensajes de voz que dicen “te extraño”, con videollamadas que duran más de lo esperado y con ese anhelo de volver, aunque sea por un ratito, a ese lugar al que llamamos mamá.
En España, el Día de la Madre se celebra el primer domingo de mayo —este año, el 4 de mayo—, y para muchos de nosotros, latinoamericanos, es el primer aviso emocional de que se viene una oleada de sentimientos. Porque en Bolivia, por ejemplo, el Día de la Madre se festeja el 27 de mayo, en homenaje a las valientes mujeres de la Coronilla, que dieron su vida por la libertad en 1812. Otros países lo celebran el 10, el segundo domingo o incluso en fechas completamente distintas. Pero el sentimiento es el mismo: gratitud, ternura y un nudo en la garganta.
Y ahí, justo en medio de tantas emociones, aparece ella: la salteña.
Pequeña, calientita, jugosa… una salteña no solo es comida, es recuerdo. Es ese desayuno que preparaba mamá los domingos. Es esa llamada que dice “te guardé una”. Es el sabor que sabe a abrazo.
Por eso, en este mes de mayo, desde Otrisan te invitamos a hacer algo simple pero poderoso: comparte una salteña.
Ya sea con tu madre, tu abuela, tu pareja, tu amiga, o contigo mismo. Porque celebrar a las madres no tiene una sola fecha ni una sola forma. Pero sí puede tener un mismo sabor: el de nuestra tierra, el de nuestro cariño, el de lo que nos une a pesar de las distancias.
Una salteña puede ser un detalle. Pero también puede ser un puente.
Un mordisco que dice “te quiero”, un desayuno que conecta Madrid con Cochabamba, Santa Cruz, La Paz o Tarija.
Un sabor que, por un momento, hace que el corazón esté en casa.